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Tres estrellas y el milagro del río Han

Piense en un país con las siguientes características: PIB per cápita de 155 dólares, economía basada en pesca y agricultura, altos niveles de corrupción y 50% de su población bajo la línea de la pobreza. ¿Adivinó? Corea del Sur en 1960. Ese mismo año el PIB per cápita de Chile era 3 veces el del país asiático. Hoy su PIB per cápita es el doble del nuestro.

En el libro “La Paradoja de la Prosperidad” Clayton Christensen, uno de los autores más relevantes en innovación a nivel global, analizó decenas de países que pasaron de ser pobres a desarrollados. Su conclusión: Invertir en innovación ha probado ser el único camino confiable para alcanzar la prosperidad.

El milagro económico de Corea del Sur es una de esas historias de éxito. ¿Cómo lo hicieron? Políticas macroeconómicas consistentes, apertura al mundo, inversión concentrada en industrias específicas, algo de ayuda externa y, sobre todo, una apuesta fuerte en educación e innovación. Hoy invierten el 4,5% de su PIB en I+D (tasa más alta del mundo), tienen 7.500 investigadores por millón de habitantes y exportan 160.000 millones de dólares en productos de alta tecnología. 75% de la inversión en I+D viene del sector privado. Sus empresas son reconocidas dentro de las más innovadoras del mundo. Samsung (tres estrellas en coreano) es uno de sus mejores ejemplos. En 1938 comercializaban pescado seco, harina y vegetales. En 1969 crearon su división de electrónica y comenzaron a producir televisores. 50 años después compite de igual a igual con Apple. Hoy representa mas de un 20% del PIB de Corea del Sur y sus ventas anuales equivalen a dos veces lo que exporta Chile en un año. Es como si Dos Caballos hubiera pasado de enlatar duraznos en conserva a desarrollar y vender smartphones. Hoy existe una nueva camada de empresas denominadas “las siete princesas” que buscan ser el “nuevo Samsung”. Celltrion es una de ellas. Está revolucionando la industria Bio-farmacéutica. Industria que hace 20 años no existía en Corea del Sur. Lo están haciendo nuevamente.

Christensen define prosperidad como “El proceso a través del cual más y más personas de una determinada región mejoran su bienestar económico, social y político”. ¿No es justamente lo que todos queremos para Chile?. ¿Transformarnos en un país más próspero y más relevante a nivel global?. Es urgente instalar un proceso sistemático y de largo plazo para el desarrollo de nuevos sectores económicos basados en innovación. Lamentablemente, en nuestro debate público, esa discusión está totalmente ausente.

Columna originalmente publicada por El Mercurio el miércoles 2 de septiembre de 2020