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Televisión abierta: víctima de sus rígidos paradigmas

La semana pasada vimos cómo TVN recibió 100 millones de dólares para que el canal pueda invertir para entrar a la TV digital y crear un nuevo canal cultural. Es un error pensar la falta de fondos solo se debe a una mala gestión. La televisión abierta es una de las industrias que está siendo más afectada por la era digital, enfrentando múltiples disrupciones que están ocurriendo al mismo tiempo. Servicios de streaming, nuevos dispositivos (realidad virtual incluida) y big data están cambiando la forma en que nos vamos a informar y entretener en el futuro cercano.

En el mundo digital el desarrollo de contenidos ya no solo depende de focus group o de un grupo de experimentados creativos. Ahora se utilizan datos -millones de ellos- a partir de los cuales se logra extraer insights desde la data que los mismos usuarios generan todos los días con aquello que ven o buscan ver. Por ejemplo, House of Cards de Netflix fue rediseñada de esa forma, no desde las tincadas. Nadie en el mundo sabe más sobre lo que las personas quieren ver que Netflix.

La televisión abierta está pagando sumamente caro por un proceso de prueba y error antiguo, que no cuenta con los volúmenes de información ni los algoritmos que sus nuevos competidores utilizan con maestría. Tal vez antes funcionaba por que como “televidente” no tenias más opción. Hoy las opciones sobran. Solo en Youtube cada minuto se suben más de 300 horas de video.

De aquí al 2019 se espera que el 90% de todo el tráfico mundial de Internet sea video en streaming.

Podemos discutir sobre la calidad de ese contenido, o que simplemente son contenidos de nicho. Sin embargo su costo de producción y distribución es prácticamente 0. Un vlogger con su teléfono celular y mucha imaginación, le está quitando audiencia a la televisión abierta. Multipliquen eso por millones de vlogger en el mundo. Es un verdadero “robo hormiga” de televidentes. Pregúntenle a Germán Garmendia, que no solo tiene “televidentes” en Chile, sino que en todo el mundo. Germán no tiene las mismas fronteras mentales que la televisión abierta local se autoimpone.

El primer paso que debe dar la industria es cuestionarse su actual modelo de negocio. Hace 10 años la inversión anual en publicidad online en Chile era un 2% con respecto a la inversión en TV abierta. Hoy es el 36%. El modelo actual no es sostenible. En el futuro se espera es que los canales de televisión abierta operen como marcas multiplataforma a través de distribuidores. El mejor ejemplo de esta tendencia es la start-up francesa Molotov, el primer distribuidor de contenidos de televisión abierta del mundo. La compañía logró acuerdos para subir a su plataforma todo el contenido de los principales canales de televisión franceses como TF1, Canal+, M6 y France Television.

Molotov es el Spotify de la televisión abierta y la herramienta que la TV francesa vio como una oportunidad para seguir siendo competitivos en este nuevo contexto.

La crisis por la que hoy está pasando TVN y la televisión abierta en general se relaciona con una industria prisionera de sus propios paradigmas que, como en el caso de Kodak, Blockbuster y tantos otros se está moviendo lento en un mundo que cambia muy, pero muy rápido.

Columna originalmente publicada en America Economía el 3 de junio de 2016