El Global Innovation Index (GII) es un estudio mundial exhaustivo que, ranking de por medio, compara la capacidad y resultados de innovación de 128 países con el fin de asistir en el desarrollo de políticas públicas, promover los output en el largo plazo y mejorar la productividad y creación de empleos. Este año, Chile logró el lugar 44. En 2011 estábamos en la posición 38. Aunque por quinto año consecutivo seguimos siendo número uno en innovación en Latinoamérica, ¿Por qué a pesar de todos los esfuerzos en innovación nuevamente bajamos en el ranking? ¿Qué podemos esperar para 2017?
El GII mide principalmente dos cosas: el input de innovación (40), es decir, las condiciones y capacidades de un país que facilitan que la innovación ocurra y el output de innovación (53), que indica los resultados obtenidos por cada nación en términos de nuevo conocimiento, desarrollo de tecnologías y los denominados desarrollos creativos (diseños industriales, servicios culturales, entre otros).
Adicionalmente el GII mide el ratio de eficiencia entre el input de innovación y el output de innovación donde Chile queda en el lugar 91. Esto indica que dada la inversión y capacidades disponibles para generar innovaciones estamos generando un output mucho menor al esperado.
Cómo primer paso, este 2017 debemos poner el foco en aumentar nuestro output de innovación y posicionarnos en el grupo de los “achievers”, donde están los países que, dado su ingreso per cápita, logran resultados por sobre la media. Países con un nivel de ingreso per capita similar al nuestro como Eslovenia, Portugal, Hungría, Latvia y Malasia, logran mejores resultados en innovación (top 35).
¿En qué tenemos que trabajar? Son muchos los desafíos, pero existen a lo menos 3 que son urgentes de comenzar a resolver en 2017:
Exportación de conocimiento y tecnología “made in Chile”
Nuestra mayor brecha está en el pilar de outputs de conocimiento y tecnología (59). En este ámbito destacan dos indicadores que debemos potenciar. El primero es el porcentaje de exportaciones de TICs con respecto al total de exportaciones, donde estamos en el lugar 91 del GII. Resulta por lo menos extraña esta baja ubicación, dado el talento que año a año forma nuestras escuelas de ingeniería y la pujante y diversa oferta interna de empresas chilenas de la industria de las TICs y su éxito los últimos 20 años ¿Por qué exportamos tan poco en TICs? Aunque parezca insólito, la industria lleva años luchando por terminar con la doble tributación a la cual están afectas las empresas, lo que los deja en una situación poco ventajosa con respecto a la competencia local que deben enfrentar. ProChile ha apoyado a la industria a través de giras, ferias y programas de coaching para exportadores TICs, sin embargo mientras se mantenga la política de doble tributación será muy difícil que esta situación cambie.
El segundo punto es el porcentaje de empresas chilenas dedicadas a alta y media-alta tecnología. Lamentablemente ni siquiera aparecemos en el ranking, pues para Chile este indicador no está medido. Sin embargo, según datos del Banco Mundial (2014), el 6% de nuestras exportaciones corresponde a productos de alta tecnología, muy por debajo del promedio de los países de la OCDE (17%). Una meta razonable sería aumentar en un 50% este indicador, lo que nos dejaría en niveles similares a los de Nueva Zelanda y Polonia. Es posible. Hoy somos top 10 a nivel global en prácticamente todo lo que exportamos: minería del cobre, vitivinícola, arándanos, salmón, entre varias otras. Países con condiciones similares tomaron varias décadas atrás la decisión de transformarse en exportadores de tecnologías útiles para las industrias en las cuales eran fuertes. Australia y Finlandia son los ejemplos del camino que debemos seguir.
Aumentar la inversión en I+D del sector privado
Nuestra inversión en I+D sigue siendo 0,39% del PIB, lo que nos deja últimos en el ranking de la OCDE y 68 en el GII 2016, bajo Argentina, México y Costa Rica en Latinoamérica. Chile invierte al año cerca de mil millones de dólares en I+D, y solo US$340 millones, un tercio del total, viene del sector privado. Los otros US$660 millones vienen del Estado, fondos internacionales, ONGs y universidades. En la OCDE, en promedio esta proporción es al revés, proviniendo el 65% de la inversión en I+D desde el sector privado. En Alemania el sector privado invierte llega al 75% de la inversión anual total en I+D.
Según la quinta encuesta nacional sobre gasto y personal en I+D (2014), desde 2011 el Estado ha aumentado en términos absolutos más de un 55% el gasto en este ítem. Sin embargo, el sector privado solo lo ha hecho un 12%.
Si bien es cierto que el Estado -a través de CORFO- ha incentivado una mayor inversión en I+D por parte del sector privado a través de subsidios y de la Ley de Incentivo Tributario a I+D, aún nos falta mucho para estar en el grupo de los 35 mejores del ranking. Esto requiere al menos multiplicar por 3 el actual nivel de inversión, pasando de mil a 3 mil millones de dólares en I+D, lo que como un primer paso nos dejaría por sobre el 1,2% del PIB, similar a España, Italia, Polonia y Turquía. El sector privado es el llamado a aumentar sus niveles de inversión en I+D. ¿Con que fin? Desarrollar conocimiento aplicado para competir en mercados cada vez más complejos y sofisticados. Exportar conocimiento y tecnologías útiles para las industrias en las cuales somos fuertes.
5 veces más investigadores en I+D aplicada
Acá el desafío es de cantidad y locación. En número de investigadores con jornada efectiva equivalente (JCE) por millón de habitantes, estamos muy por debajo de países en la primera treintena del ranking GII. Según el Banco Mundial, en Chile contamos con 428 investigadores por millón de habitantes, totalizando 7.602 investigadores (JCE). Prácticamente el 50% de ellos se desempeña en universidades y sólo un 30% en el sector privado. Difiere de República Checa (27°en el GII), con 3.400 investigadores por millón de habitantes, con un total de 34 mil. Para realmente avanzar en este ámbito Chile requiere de al menos 5 veces los investigadores que tenemos hoy. Pero este punto es irrelevante sin considerar el siguiente: dónde están los investigadores desarrollando sus proyectos y en qué áreas. ¿Cuántos investigadores están realmente dedicados a liderar procesos de I+D en el sector privado? De aquí al 2020 volverán miles de estudiantes de post grado becados por Becas Chile. Tendremos la masa crítica, pero hasta el momento no existe claridad sobre qué y donde aplicarán los conocimientos adquiridos.
En este sentido, lo que el Estado de Chile hizo al co-financiar la apertura de una filial de Fraunhofer Institute en Chile va en la dirección correcta. Este centro llegó a Chile gracias a un programa de co financiamiento por 10 años de CORFO para atraer centros de I+D de clase mundial. Se instalaron dos: el Centro de Tecnologías para la Energía Solar y el Centro de Biotecnología de Sistemas. Este “experimento” ha sido sumamente beneficioso, ya que en sólo 4 años operando poseen más de 140 investigadores contratados, 33 proyectos con financiamiento público, 32 contratos con la industria y 10 solicitudes de patentes.
En Chile ya existe consenso de que debemos poner foco en fomentar la exportación de conocimiento aplicado y tecnologías y no sólo commodities. Si queremos crecer y no depender de la volatilidad de los mercados externos, la diversificación de nuestra economía es prioritaria. El GII 2016 nos muestra exactamente en qué debemos mejorar para ser un país aún más innovador. Este es el camino que debemos seguir para asegurar el crecimiento y desarrollo de nuestro país.
Columna originalmente publicada en El Mercurio el 19 de diciembre de 2016